Vete lejos, amor mío, y no mires hacia atrás.
No quiero ver tus lágrimas y oír tus gritos sabiendo que no podré abrazarte.
Por eso te pido que cierres esa puerta, con la cabeza en alto y firmeza en el corazón,
y te marches para no volver.
Lo siento.
Esto no tuvo que acabar así, pero sucedió.
Ten fe y respira.
Después sólo el sabor amargo en tu boca y mi mano inerte quedará,
mientras la muerte me arrebata cruelmente de tus brazos.