Bajo los trigales del otoño encuentro la calma
esa calma efímera y pasajera, que somnolienta, se estira lenta y suavemente
golpeando mis sentidos y abriendo mis ojos a paisajes nuevos.
No poseo ni añoro nada, sólo el viento del verano me recuerda tus caricias.
Por un instante soy libre y vuelo junto a los gorriones.