Un poema debe tener el filo suficiente para abrir la carne y llegar al alma. Autor desconocido

martes, 23 de julio de 2013

Vértigo


Gritos de dolor y angustia se apoderan de mi alma.
Ya no estás conmigo, te dejé ir.
Como una hoja al viento que vuela entre los arboles en otoño.
Ya no estás conmigo, pero te siento cerca,
A veces,
Cuando al cerrar los ojos, imagino tu mano acariciándome.
Cuando me imagino tu risa y tus silencios.
Cuando al caminar rememoro los lugares en que vivimos historias mágicas.
Cierro los ojos e intento no recordar, porque el dolor retuerce mis entrañas.

Gritos de dolor y angustia se apoderan de mi alma.
Ya no estás conmigo, te perdí. O quizás nos perdimos.
Cómo una madre que pierde a sus hijos en las profundidades de la noche.

 Pero mi alma te añora, y, a veces, se niega a dejarte ir.
Otras veces, siente deseos de volar como lo hacen los pájaros. Libres, sonrientes, bajo el sol.
Siente deseos de libertad y locura, desenfreno y revolución.
Siente deseos de danzar hasta el agotamiento, hasta olvidar lo vivido y lo llorado.

Mas te juro, te juro, que nunca olvidaré lo amado.

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