Un poema debe tener el filo suficiente para abrir la carne y llegar al alma. Autor desconocido

viernes, 5 de noviembre de 2010

Enamorada


Aferrada a tu orilla cálida como el musgo a la roca
prendida de tus ojos como las estrellas del ancho cielo
sumergida en tus aguas turbulentas me consumo
hipnotizada por tu sonrisa de manzana.

Cayendo voy en un mágico agujero
donde tú eres el que recoge mis legajos,
el que sostiene mis hombros hastiados
el que explica que mi vida sea tu regalo.

                                                    (abril 2007)

3 comentarios:

  1. Me gusta tu candidez y tus metáforas. Vamos a leernos. Saludos

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  2. Muy bellas, como siempre, esas palabras que llegan a todo aquel que las toca con su ojo y las palpa con su alma. Felicitaciones y síguenos deleitando por favor, con tu linda prosa.
    Te recomiendo, por si te interesa también, un precioso sitio de poesía: www.poesia.com. Una belleza que leí por ahí:
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    Invitación a la dalia.

    Querida mía: te propongo
    una visión oblicua con relación al universo.
    Que tu egoísmo y el mío sean uno
    y hagan el amor sin necesitar
    que restauren el mundo para nosotros.
    ¿Es demasiado soberbio
    dar la espalda a la calle
    donde rugen los automóviles terroristas
    y la policía rebosa de actualidad?
    Tanto mejor volvernos
    con huesos desconocidos. Clausurados,
    macho y hembra en época de crisis,
    hacia el fondo de la casa
    donde hay un jardín creciendo
    fuera de la historia,
    capaz de barrer la sombra contaminada
    entre el deseo y la carne.
    He descubierto allí
    una planta de dalias con el tallo surcado
    por una vena roja
    que asciende hasta engendrar
    estallidos fríos y violáceos en lo alto.
    Que tengamos comunión y bodas
    con esa certidumbre vegetal.


    Joaquín O. Giannuzzi
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