Nuestras miradas se devoran, la una a la otra,
como ansiosas y expectantes de sumergirse en el mar de nuestras almas.
Nuestros cuerpos se rozan, se tocan,
prendiendo lentamente pasiones
en una lucha y una entrega infinita,
dulce, fugaz y dolorosa.
Me doblegas con tu ternura,
me derrites con tus miradas,
sin saberlo, sin quererlo,
dependemos el uno del otro,
atados a fuego por un destino que escapa fronteras.
( junio 2010)
Lindo deseo, que no se haga sueño y se convierta en realidad. Feliz Vida.
ResponderEliminarPena (L7s7)