Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta con cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde el aire pesado va y viene con un perfume viejo y silencioso. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la bocas llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un sólo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.
De Rayuela, Julio Cortázar
el amor es la vida y viceversa
ResponderEliminarPero también acaban...¿Qué esperamos?
(kcn/knb)
Citaré entonces, a un grande entre los grandes... al Maestro Hörderlin quién dijo: "El hombre es un Dios cuando sueña, mas un mendigo cuando reflexiona"... ¿Qué esperamos? ¿Soñar? ¿Amar? ¿Pensar?... quién podría decirlo, sino uno mismo sumergido en la espesura del alma atribulada de tanto andar... de tanto no andar... de tanto en tanto...
ResponderEliminarcito usted el beso de los cíclopes
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